LA DESINFORMACIÓN QUE CONTROLA LA PROPAGACIÓN

 

Zara Abrams

La desinformación sobre el COVID-19 ha sido tan predominante que incluso pacientes muriendo de esta enfermedad aún creen que es un mito. En marzo del 2020, cerca del 30% de los adultos en EUA creían que el gobierno chino creó el coronavirus como un arma biológica, y en junio del mismo año, un cuarto de estos creía que fue intencionalmente planeado por personas en el poder.

Estudios psicológicos sobre la desinformación están ayudando a mostrar sus efectos adversos y las posibles maneras de afrontarlos. “El problema fundamental con la desinformación es que una vez que las personas lo oyen, tienden a creerlo incluso si después son desmentidos” dice el Dr. Stephan Lewandowsky, profesor de la Universidad de Bristol en Reino Unido.

¿QUIÉNES SON SUCEPTIBLES A CREER EN LA DESINFORMACIÓN?

El Dr. Norbert Schwarz de la Universidad del Sur de California identificó cinco criterios con los que las personas disciernen si la información es falsa o no:

1. Compatibilidad con la información ya conocida.

2. Confiabilidad de la fuente de información.

3. Si otros también lo creen.

4. Si la información es entendida.

5. Si existe más información que lo respalde.

Se ha mostrado que las personas son más capaces de creer mitos si la información presentada es fácil de entender. Así mismo, algunos ciudadanos tienden a creer farsas dependiendo de si están alineadas con sus preferencias políticas, estas parecen jugar un papel importante, ya que los extremistas pueden ser más susceptibles a creer en rumores. También se ha encontrado que las personas que utilizan más el razonamiento intuitivo son en mayor grado susceptibles a creer en la desinformación que aquellos que tienen un razonamiento analítico.

De manera similar, se han descrito seis grados de manipulación de la información (malinterpretación, conspiración, emoción, polarización, desacreditación y violencia) de acuerdo con el Dr. Sander van Linden, profesor de psicología social de la Universidad de Cambridge en Reino Unido.

“Al contrario de lo que se pensaba, los que comparten información de manera pasiva son probablemente el mayor problema del fenómeno de desinformación”, sugiere el Dr. Gordon Pennycook de la Universidad de Regina, en Canadá.

COVID-19 Y LA INFODEMIA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró paralelamente una infodemia para describir la escala de noticias falsas y su potencial impacto en los esfuerzos por limitar la propagación del virus. Por ejemplo, cuando las recomendaciones de quedarse en casa se dieron por primera vez en marzo del 2020, un artículo que presentaba información falsa sobre el distanciamiento social se hizo viral después de que muchas personalidades de Fox News lo compartieran, creando desconcierto sobre las recomendaciones dadas.

Los investigadores han empezado a documentar los alcances de la infodemia. Un estudio encuestando a más de 1,000 adultos americanos en 2020, encontró que aproximadamente el 15% de la población creía que la industria farmacéutica creó el coronavirus. Estas creencias produjeron subsecuentemente un decremento en la disposición de utilizar mascarillas o de vacunarse. Este patrón también se ha visto en países como México.

Es importante reconocer que la propagación de noticias falsas tiene consecuencias reales, los ataques a las torres móviles 5G en Reino Unido es uno de los muchos casos reportados. Este atentado fue provocado después de que teorías conspirativas publicadas en redes sociales mencionaran que serían utilizadas para esparcir el virus. Otro ejemplo fue la racha de envenenamientos masivos en Irán, dada la creencia de que el alcohol cura el COVID-19. Se han documentado cientos de muertes y miles de hospitalizaciones alrededor del mundo asociadas con noticias falsas sobre el COVID-19.

El psicólogo cognitivo Briony Swire-Thompson de la Universidad del Nordeste de EUA advirtió que de acuerdo con información más actualizada sobre la perspectiva de la ciudadanía sobre la pandemia, muestra que las ideas desfavorables sobre el COVID-19 se transformaron de manera positiva, algunas de las personas que indicaron en el verano del 2020 que no se vacunarían, cambiaron su opinión conforme la pandemia avanzó.

ESFUERZOS PARA DETENER LA PROPAGACIÓN

Lo que se ha realizado a nivel global es desmentir la información después de que haya sido publicada. Una manera más efectiva es enseñar a la gente a identificar noticias falsas antes de que las vean. Esta estrategia se basa en desmentir la información previamente. “Esta técnica actúa como una vacuna, ya que se expone a la gente en pequeñas dosis de información falsa y se les explica cómo es que esta información es modificada” dice Lewandowsky, “si ellos encuentran noticias falsas después, ya no tendrán efecto”. Sin embargo, para desarrollar este criterio es necesario practicarlo con regularidad.

Van der Linden y Jon Roozenbeek, doctores de la Universidad de Cambridge, desarrollaron y probaron desmentir la información previamente utilizando una intervención denominada “Bad news”, que simula el inicio de cualquier red social. Su finalidad es que los participantes aprendan a distinguir títulos de noticias reales y falsas de distintos temas como el cambio climático.

Cuando la infodemia comenzó, Linden y Roozenbeek diseñaron un juego en línea llamado “Go Viral!”, el cual ayuda a desmentir noticias falsas comunes sobre el COVID-19. Los jugadores tienen el rol de un manipulador, en esta aplicación interactúan con otras personas dentro de una simulación considerando los seis niveles de manipulación (lenguaje emocional y teorías conspirativas, entre otros). La OMS listó dentro de sus publicaciones a Go viral! como una fuente confiable para desmentir mitos.

¿QUÉNES CREEN EN LA DESINFORMACIÓN?

De manera general se ha identificado que las personas con influencias políticas altamente conservadoras y aquellas con bajos niveles de educación están correlacionadas con un incremento en la susceptibilidad a noticias falsas. Así mismo, las teorías conspirativas son más apoyadas por hombres que por mujeres. En cuanto a la personalidad, aquellos que tienen poca capacidad de amabilidad, humildad, conciencia y además puedan tener problemas de autoridad son asociados con la creencia de teorías conspirativas.

LAS TENDENCIAS

Una acción clave para estancar el diluvio de información falsa es detener su propagación en redes sociales, sin embargo, esto requiere de una mayor cantidad de inversión económica, la cual ha sido lenta. Durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020, Twitter eliminó tweets con contenido falso o del tipo conspirativo sobre los resultados de las elecciones, esta es una forma de desmentir previamente los mitos, ya que no llegó por completo a los usuarios, y en diciembre del mismo año, Facebook anunció que comenzaría a remover publicaciones con contenido sospechoso sobre la vacunación contra el COVID-19. Esto ha provocado un impacto considerable en la sociedad, pero de manera certera, se puede observar que el problema ha crecido más rápido que las soluciones disponibles.

Síntesis del artículo;

“Misinformation controlling the spread.”

American Psychological Association (APA), 2021. Improvind vaccine uptake.

Monitor on psychology 52(2): 44-53.

Traducción: Nadine Rodríguez Pérez (COIPSI, A.C.)

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